Sinopsis

En la época en que Freud ponía los cimientos del psicoanálisis, la cocaína era una sustancia de libre consumo en Europa. A los 28 años de edad, mientras trabajaba en la Universidad de Viena, Freud conoció la cocaína por medio de la Therapeutic Gazette, publicación propiedad de un tal Parke-Davis, quien acabó financiando las investigaciones de Freud sobre el específico y gracias a sus buenas relaciones con Pfizer le hizo llegar ingentes cantidades del específico.

Un año después Freud publicó Sobre la coca. En este breve ensayo, escrito en el estilo frío y preciso propio del investigador, indagó en los orígenes de la sustancia, para lo cual dirigió su atención hacia las regiones andinas de Sudamérica, donde mascar hojas de coca era una costumbre milenaria vinculada a los cultos religiosos, la práctica del amor y la supervivencia.

En Sobre la coca el enfoque histórico se mezcla con el científico. De los usos que los nativos hacían de ella y del asombro y admiración que despertó entre los conquistadores españoles se pasa a describir su azaroso aterrizaje en Europa, donde en 1855 Friedrich Gaedacke sintetizó su compuesto activo por primera vez y lo denominó erythroxylon, aunque poco después todo el mundo lo conocería por el mismo nombre con que se conoce hoy: Cocaína.

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Si hay una persona responsable de la eclosión de la cocaína como droga recreacional, es Freud

Dominic Streatfeild, en su libro Cocaine: An unauthorized biography

Sobre la coca nos presenta al Freud más desconocido y perturbador

Max Weber

Sobre la cocaína no solo se leyó en Europa, sino también en América y poco después de su publicación un tal John Styth Pemberton decidió añadir un poco de coca a la receta de una bebida efervescente que no tardaría en conquistar el mundo

Miguel A. Álvarez